martes, 31 de mayo de 2011

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Artìculo de Diario El Dìa,La Plata, sábado 19 de febrero de 2011
por Jose Luis de Diego


El Pibe Chorro

El martes pasado, a la tarde, las calles del centro estaban vacias. El clima era agobiante, denso, y la humedad anunciaba la lluvia que arreciò por la noche. Pare el auto en 6 y 47 porque necesitaba plata y me metì en los cajeros de la esquina, los del Banco Provincia. No habìa nadie. A poco de teclear en uno de los cajeros, entrò un pibe y se puso en el de al lado mìo: no tendría màs de veinte años, era morochito, tenìa una gorra con la visera hacia atràs y las zapatillas sin acordonar. Sin que me miraba de reojo y, como estàbamos solos, me convencì de que era un pibe chorro y me iba a robar.
Cuando la màquina escupiò el dinero nervioso, manoteè los billetes, la tarjeta y el ticket y salì disparado hacia la puerta. En ese momento escuchè: “Oiga,don”. Me quedè paralizado; sentì en mi espalda que me apuntaba con un revòlver. Me di vuelta despacio y entonces lo vi de frente. El pibe tenìa un billete de cien en la mano. Se ve que, en mi apuro paranoico, el billete habìa quedado mordido en la ranura del cajero. Le agradecì, pero no le pedí disculpas por todo lo que, en ese apretado minuto, habìa sospechado de èl. “¿En què extraña cosa me han convertido?, pensè. Y en ese momento me di cuenta de que en estos dìas de pena de muerte, de más cárceles, de bajar la edad de imputabilidad, de endurecer el Código Penal, aquel pibe sin nombre, el morochito de gorra con la visera hacia atràs que me devolvió los cien pesos, resultaba la representación màs emblemática que puedo imaginar del otro plato de la balanza.

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